19.11.12

NOTHING TO LOSE (1)

Ella cogió su chaqueta roja y se la puso, cerró la puerta de su coche y comenzó a caminar.

Llovía ligeramente, pero apenas reparó en ello. Sus largas botas surcaban los charcos y sus pisadas enfurecidas ensordecían a los gatos que se escondían de la lluvia en un agujero de una larga tapia de piedra. 

Su pelo comenzó a mojarse, a desprender un dulce olor a camomila. Aceleró el paso y empezó a llorar. Con su mano derecha se quitó un par de mechones que besaban sus labios, de rojo Valentino. 

A lo lejos la catedral iluminaba un cielo rabioso que amenazaba con destrozarlo todo. Comenzó a correr y tropezó con una piedra, cayendo sobre el camino de barro. Su llanto enmudeció y deseó morir. No tenía adonde ir, pero sí un motivo para desaparecer. 

Consiguió ponerse en pie y tocó su rodilla izquierda para comprobar que, bajo un pequeño roto en su vaquero negro, la sangre comenzaba a inundarlo todo. Fue entonces cuando decidió volver al coche. 

Se quitó su chaqueta roja y descargó su ira sobre el volante, golpeándolo con rabia, con un ritmo virtuoso y la elegancia innata que le caracterizaba. Intentó curar su rodilla con un pañuelo de papel que guardaba en el bolso, pero ella bien sabía que tenía heridas más profundas de las que ocuparse, por lo que tampoco mostró demasiada importancia. 

Tenía que pensar ya en algo. 

Tenía que huir hacia un lugar donde poder olvidarlo todo. Donde no existiese camino de vuelta y la distancia no se midiese en recuerdos. 

Necesitaba crear un nuevo planeta donde escapar y no poder mirar atrás. 

Necesitaba. Y no tenia absolutamente nada que perder. (...)

18.11.12

RIDE

En la sencillez de las cosas se encuentra el éxito. 

Conducir a 1800 metros sobre el nivel del mar, con la niebla susurrando junto la ventanilla del copiloto y observar por el retrovisor la imagen que dejan las ruedas sobre la abundante lluvia. Tan sólo conducir. Sentir el olor mojado del agua que se derrama por los troncos de pinos centenarios y recorren el musgo, dibujando sinuosas curvas de mujer. 

Sonrío y miro al frente mientras las gotas de lluvia golpean incesantes la luna delantera. Si me vieseis pensaríais que no soy más que un loco, un psicópata que en cualquier momento va a saltar por la ventanilla para fundirse con la espesura del monte. Recorrería esta montaña entera, sobre las hojas empapadas en la melancolía de este lugar solitario que me encoje y me hace sentir minúsculo, pero que a la vez me abraza entre sus curvas con un halo misterioso de familiaridad. 

Giro y esquivo un cauce que arrastra sentimientos de culpabilidad, que transparente mana y desaparece entre la brea de la carretera y la pintura blanca que delimita la locura de la existencia. Una huida hacia el origen que encorseta de nuevo los más puros deseos carnales y me hace recobrar un poco de cordura. El viaje hacia lo conocido, hacia la raíz que nutre un árbol carcomido por la inseguridad y el hastío de decenas de recuerdos y malestares, un azul eléctrico que ahoga entre litros de alcohol una historia vulnerable. 

La sensación de arrancarme la piel y descubrir cómo mi alma queda absolutamente libre. Cómo se desgarra entre jirones de terciopelo y descansa sobre la oscuridad de la llanura. Un lugar donde no se ve el verdor de la hierba porque no hay suficiente luz que lo ilumine, donde cualquier ruido está fuera de lugar. 

Sí, estoy en el camino de vuelta, vomitando estas palabras después de más de un año sin dedicarme a escribir lo primero que pasa por mi mente, sin borrar ni retocar una sola palabra de lo que lees, sin maquillar una existencia que bien podría ser la tuya. 


Cause “I am alone in the night 
Been tryin' hard not to get in trouble, but I 
I've got a war in my mind 
I just ride 
Just ride, I just ride, I just ride...” 

                                           Lana del Rey, “Ride”.