15.6.13

El surrealismo del amor enjaulado.

Dime que no has sentido nunca un arañazo en el alma y entonces estas palabras no tendrán sentido.


Te lames las heridas como una perra en celo,
peinando las entrañas de tus pasiones roídas,
de tus cabellos sangrantes
y tus senos descolgados.

La luna redobla en el campanario del pueblo,
creando un cultivo de sombra y misterio
en que corres y desoyes
los latidos de tu cuerpo.

Te rasgas las piernas, te cortas los labios,
florecen tus dedos, tiemblan tus entrañas
si aparezco y te encuentro,
si me vengo y me vuelvo.

Desandas y reencuentras mis pies en tu esqueleto.
Te sonríe la muerte y te llega el momento
de dejar mi camino,
de tirarte al estiércol,
de cubrirte de oro
y morirte de miedo.

Como el viejo que murmura el paso del tiempo.
Como el reloj desalmado que late en silencio.
Los roídos lamentos del loco enjaulado.
Los ojos tinieblos del vivo muriendo.

Te siento.
Te entiendo.
Me río y me vengo.