Tarde de invierno apocopada al absurdo,
con luces aún distantes de muestras corporales.
Sentires sin sentido, catecismo y puterío.
Manos desatadas de viejas marionetas
aguardan juventudes e ingenuos desvestidos.
Fachadas centenarias con vientos expectantes
de gozos insensibles ante ojos inexpertos.
Palpitan sus sentidos, tiemblan sus cimientos
y cierran sus ventanas. Gimen. Lloran. Sienten.
Princesas y camellos, jinetes y travelos
deambulan por tus calles aún grisáceas.
Miradas de inocencia tras lentes de pantera.
Anémonas vestidas de cuerpos virginales.
Lujuria en la teoría del sexo practicado.
Sin fieles, ni sectarios, tan sólo marginados.
Placeres añorados que guardo en tu bolsillo,
cual efímero billete que compra mi inocencia
y dista entre mi boca y tu deseo
lo que guarda entre sus miembros
el ingenuo practicante.
Sergio Montes Antón.
2 comentarios:
Genial!
Gracias, Juan!
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