5.11.10

Exótico.

Arrolladoramente lleno de exotismo. Tanto, que me cuesta conjugar estas palabras con mis pensamientos, y estos mismos con sentimientos que no logran materializarse.

El caso es que pocas veces me ha pasado que me cueste tanto expresar esta necesitad por escribir acerca de algo que me está machacando los sesos. Es algo desorbitadamente genuino, tremendamente desconcertarte y misterioso, humanamente divino.

Son muchas las debacles que yo presumía, pero cada una de ellas se han invertido convirtiéndose en chocantes destrezas que amaneran más, si cabe, la tarde madrileña. Cada destreza finaliza con pasos magistrales que marcan el comienzo de la siguiente, entrelazándose en bucles engominados bajo el tiempo relativo de un reloj de muñeca dorado.

Qué complejidad reducir a palabras un sentimiento tan exótico. Me sirve para sugerirme dos cosas: o soy un fatal escritor o siento demasiado complejo. En cualquiera de los casos existe un error irreparable.

Si escribo mal, se frustra la más clara de mis aficiones. Y ya se sabe, un hombre sin aficiones tiene el peligro de darse a la bebida. Si, por el contrario, el problema es que mis sentimientos son complejos, ¡qué desdicha pensar que pasaré toda la vida acomplejado!

Este error irreparable se diluye ahora entre el contoneo de una polinesia que sonríe mientras agita sus manos al compás de la percusión. ¡Qué surrealismo de composición en la que el escritor entremezcla imágenes sin sentido que son la más fiel muestra de lo que siente!

Definitivamente me retiro, es todo demasiado exótico. Quizá con el tiempo necesario pueda organizarlo y volverlo cotidiano. Quizá pueda comprender este sentimiento que hoy se me hace inexpugnable, otorgarle un valor real que desproporcione el misticismo que desprende.

O quizá no, y lo más sensato sea dejarlo como está, no banalizar este universo tan exótico, tan lleno de vida, tan sorprendente y dinámico que estas palabras que intentan describirlo ya se han quedado vetustas y exageradamente desproporcionadas.

Sergio Montes Antón.

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