20.2.11

Romance de una noche velada.

Mirada negra
en la noche perdida de mis sueños.
Maldita canción despierta
con luces de terciopelo.
Al norte de tus besos
una estrella camina en silencio,
una mosca golpea el cristal
robando palabras al vuelo.

Ardiente deseo.
Arrancar mi piel esta noche.
¡Que salga la mariposa,
que deje atrás este cuerpo!
Este escudo de ascetas eternos.
Esta voz de triste armonía.
Estas botas cubiertas de fango.
Estas manos fundidas al fuego.

Eterno susurro.
Sirenas que guiñan sus ojos.
Sus voces dibujan pasiones.
Sus pechos y sus pezones
rezuman viejos cantares
de perdidos marineros
y barcos hundidos en llantos.

Oscura noche, eterno alba.
Amanece la tarde y despierta lejana
la melodía de la gitana
que mece a ese niño moreno
que tanta pasión desata.

Romance de una noche velada.
Lunado descampado
en que grita el gato,
y maúlla
tras un servicio robado
la puta que el tiempo guarda.

Entre sus pechos retiene
las arrugas de lo ganado,
un par de dineros robados,
un puñado de amores dolidos,
el pañuelo de la sangre
con que limpia su presencia,
y abandera su causa perdida,
y seca sus llantos violados.
Y despide a su hija
en la foto roída
que besa.
Y dobla.

Y olvida.

Inquietudes de ingravidez,
9 de febrero de 2011.

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